Uno de los productos que vemos últimamente en el mercado son las llamadas hipotecas sin aval. Las hipotecas sin aval van dirigidas a jóvenes, inmigrantes o personas con poca capacidad económica a las que puede resultar complicado poder presentar un aval a la hora de contratar su hipoteca.

En realidad hablar de hipotecas sin aval puede llegar a ser una redundancia, ya que, como ya hemos comentado, la hipoteca de la vivienda constituye la garantía real para asegurar el cobro de ese préstamo hipotecario. En caso de no devolución de la deuda, la entidad financiera pasaría a ser la propietaria de la vivienda.

Pero la realidad es que los bancos necesitan estar muy seguros para conceder un préstamo, y buscan siempre unas garantías mínimas de que se puede afrontar el pago de la letra para no arriesgarse con clientes de poca solvencia.

Con todo esto, escuchamos hablar de hipotecas sin avales a 35 años y por hasta el 120% de valor de tasación del inmueble a financiar. Lo del 100% o 120% del valor del inmueble suele ser para hacer frente a los gastos de escrituración e impuestos o para poder amueblar la vivienda.

Cuando vemos anunciado este tipo de hipotecas sin aval es conveniente leer bien las condiciones de la oferta ya que algunas no son tal cosa y en seguida te piden algún tipo de aval de una u otra manera. Lo que suelen llevar consigo estas hipotecas sin aval es la contratación de un seguro que cubra ese riesgo y que asegure el pago de las cuotas. Esto puede conllevar un aumento en la amortización de la hipoteca que hay que considerar y sopesar.