Los préstamos hipotecarios se caracterizan porque, aparte de la garantía personal, se ofrece como garantía de pago una ‘garantía real’, que consiste en la hipoteca de un bien inmueble. En los préstamos hipotecarios la hipoteca es un derecho que tiene la entidad financiera a quedarse con el inmueble en caso de impago del préstamo. Es decir, la entidad financiera pasaría a ser propietaria de la vivienda si no se satisface la deuda.

Normalmente los préstamos hipotecarios se suelen utilizar para la compra de una vivienda, aunque también es frecuente el caso de personas que solicitan prestamos hipotecarios sobre su vivienda para afrontar la creación de un negocio. El importe máximo del préstamo no suele superar nunca el 80% del valor de tasación del inmueble.

La garantía real de los préstamos hipotecarios hace que los tipos de interés aplicados en los préstamos hipotecarios sean más bajos que los aplicados en otro tipo de préstamos en los que existen menos garantías.